Ernesto Pedrosa

Como presidente del Consejo Social de la Universidade de Vigo, me complace muy especialmente presentar este trabajo. Ya han pasado siete años desde que nos planteamos la conveniencia de crear una oficina de personas tituladas y aquí están los cimientos.

Antes de seguir quiero felicitar y agradecer al profesor Luis Espada Recarey y al profesor Víctor Martínez Cacharrón su laboriosa y heroica inmersión para sacar a la luz estas piezas imprescindibles para que la universidad pueda elaborar el mapa físico de su eficiencia. Sé que ha sido una labor gigantesca.

Hoy, para el Consejo Social, el estudiantado lo es todo, y las personas tituladas también lo son: son nuestro andamiaje para captar recursos por múltiples vías, no solo la económica. Por ello debemos aprovechar su labor fertilizadora porque poseen el bien más preciado que hoy una universidad puede ofrecer al alumnado: la formación competencial y la experiencia de quienes lo han precedido. Este acercamiento en el que estamos trabajando presiento que transforma la existencia misma de la universidad, ensancha su legitimidad social y determina su rentabilidad pública. Porque los egresados y las egresadas propician una universidad enriquecida que conecta con el sistema productivo, con la vida empresarial, con el mercado de trabajo… pero sobre todo con el pulso de la sociedad.

En el Consejo Social creemos que más allá de aprovechar las posibles clases magistrales que podrían impartir, más allá de convertirles en impagables aceleradores de empleo o de tenerles como potenciales financiadores, los titulados y tituladas acumulan un inmenso poder para difundir y fortalecer el conocimiento masivo de la universidad y de la reputación de su propia marca. Son, en sí mismos, un enorme foco de visibilidad y fuentes informativas de extraordinario valor; son una fuerza docente ilustrada por fructíferas trayectorias y responsabilidades, por brillantes currículos profesionales o por acreditadas y excelentes experiencias prácticas. Su acceso a los medios es directo. Ese es un valor que cotiza alto y nos hace abrigar enormes expectativas a través de la comunicación, y esto me parece extraordinariamente importante. Porque la universidad necesita mucha comunicación; e insisto, mucha.

Y los exalumnos y exalumnas sincronizadas y agrupadas son una magnifica red para dar a conocer las universidades y para que ganen el aprecio, la confianza y el reconocimiento de la ciudadanía. Ese es uno de los grandes retornos que esperamos. Comunicación.

Así que bien se justifica que hayamos dedicado los últimos años a promover la localización por el mundo de aquellas personas que se titularon e entre 1980 y 2015, para crear un observatorio permanente. Las personas que un día estudiaron aquí dispondrán de un cordón umbilical hasta ahora inexistente. Y la universidad tendrá una información que no poseía: poderosa, fiable y útil.

Este trabajo es el resultado de una tarea que ha requerido un esfuerzo, repito, gigantesco, para localizar por todo el mundo y una a una a las 71 487 personas tituladas por la Universidade de Vigo entre 1990 y 2015 procedentes de 50 países.

Este es un estudio pionero en el sistema universitario español que abarca al menos dos generaciones de personas graduadas. Permite extraer muchísimas certezas y mapas para el camino. Es más, posibilita conocer si el mercado laboral y la formación recibida están en sintonía. Aquí se refleja una universidad desconocida, capaz de formar a profesionales que ejercen en 68 países del mundo. Además, les revelará datos tan claros como que el 88 % de las personas encuestadas trabaja, que el 75 % trabaja en lo que ha estudiado o que el 12 % trabaja por cuenta propia.

Como comprenderán, el cambio que puede operar en la universidad la repentina cercanía y afecto de miles de personas hasta ahora desconectadas tiene que notarse. Comprenderán que las personas egresadas tienen en este momento un rango de prioridad estratégica para la institución y que queremos fidelizarlas porque aportan una información insustituible para conocer el valor, la calidad y la utilidad de las enseñanzas que han recibido. Nos aportan una valiosa guía para adecuar sus planes y sus ritmos a la realidad próxima. Sabemos que los resultados no serán inmediatos, pero lo importante es que sabemos que los habrá.

En estos tiempos, en los que a las universidades todo el mundo les hace colonoscopias, nosotros hemos decidido fijarnos antes en la fisiología que en las deformidades patológicas. Porque la universidad es necesaria. Así que a Luis Espada, ejemplo lúcido, indestructible y avanzado de compromiso con la universidad, gracias. Fue el primer rector de la Universidade de Vigo, pero sigue poniendo el alma en que esta institución sea cada vez mejor. No se ha ido nunca. Su trabajo es de una extraordinaria importancia porque está respaldado por miles de horas de trabajo generoso, de búsqueda, de desbroce de un terreno tan inexplorado como imprescindible, pero al que no se había atrevido a entrar nadie.

Gracias también a Salustiano Mato porque ha sido un rector receptivo a este proyecto. Y gracias al rector Manuel Reigosa por su determinación en hacerlo realidad.

Dicen los grupos expertos que, en 2020, Europa solo tendrá un 15 % de puestos de trabajo de baja cualificación y hoy, en España, el porcentaje de población adulta con estudios obligatorios triplica esa cifra. Solo por eso, es muy importante que cada año salgan de la UVigo un promedio de tres mil personas tituladas, tres mil ciudadanos y ciudadanas formadas que tendrán su sitio en la globalización, pero que además se convertirán en el mayor y mejor cuerpo diplomático de nuestra universidad por todo el mundo.

 

Ernesto Pedrosa
Presidente del Consejo Social de la Universidade de Vigo